Elementos indispensables para empezar a trabajar:
Un trípode o una superficie plana y segura donde colocar nuestra cámara. No es primordial que esté a nuestra altura, pero es aconsejable que esté lo suficientemente alta, como para poder estar, al menos, sentados en una silla.
Un disparador automático. De cable o inalámbrico, dependiendo de la distancia a la que nos vayamos a separar de la cámara. Podemos usar también el disparador ralentizado de la cámara, pero nos obligaría a ir y volver de la cámara al punto de foto una y otra vez para darle al botoncillo…
Un fondo lo más homogéneo posible. Podemos colgar una tela, o elegir una pared lisa y bien iluminada. Un fondo liso nos permite realzar lo que está en primer plano (nosotros) y en caso de que sea necesaria post-producción, será más fácil hacer cambios si es uniforme.
La luz
Si es de día, lo ideal sería poder estar cerca de una ventana, de cara a ella para que no haya exceso de sombras y evitar (a menos que se pretenda trabajar con contraluces) ponernos de espaldas a la fuente de luz. En cualquier caso, si estamos utilizando trípode, ojito: no debe hacernos sombra.

Es preferible que esté un poco por debajo y la cámara se incline un poco hacia arriba, que dejar sombras en nuestra cara. Trabajando frente a una ventana, podemos hacer que la luz se suavice, poniendo una cortina, o incluso papel pegado con celo o cinta de carrocero sobre el cristal. En caso de que no queramos que los vecinos nos vean hacernos fotos (lógico y normal), podemos comprar papel adhesivo por jabón, que se quita y pone con facilidad, no mancha y puede hacer que el cristal sea completamente opaco, sin perder excesiva luminosidad.
Si es de noche, un foco halógeno (de sobremesa) sería perfecto. La luz del techo está desaconsejada, porque genera muchas sombras molestas y muy poco favorecedoras. Cuando más “concentrado esté e haz de luz sobre nosotros, menos se verá el fondo. Recordad ajustar el WB antes de empezar a disparar. El uso del flash admite un millón de posibilidades, a gusto del fotógrafo.
La posición y el enfoque
Vamos a hacer fotos sin mirar, así que debemos tener paciencia porque no siempre saldrá lo que querríamos. Aún así, podemos hacer todo lo posible por evitar tener que descartar muchas: Una vez decidido dónde colocaremos la cámara, debemos fijar nuestra posición respecto a ella.

Sería interesante poder poner algún objeto en el punto donde nos colocaremos después, marcando el suelo para luego reemplazarlo por nosotros mismos, fijar los parámetros en la cámara utilizando el visor y desactivar después el AutoFocus para evitar que se desenfoque.
Otra opción es poner una marca en el suelo, enfocarnos con el disparador a distancia y hacer una foto, volver la cámara para comprobar que efectivamente está enfocada, y dejarla en Manual. Como tenemos una marca en el suelo, ya sabemos que si nos colocamos en el mismo sitio, la cámara seguirá enfocando correctamente.
Desgraciadamente, estas técnicas no siempre serán posibles y tampoco son infalibles, por lo que me temo que en el peor de los casos, haremos las fotos en AF y cruzaremos los dedos.
Usando el zoom
Los retratos son fantásticos de cerca, mostrando detalles de nuestra cara, pero es muy complicado encuadrar bien si no estamos mirando por el visor. Por eso, la experiencia me hace recomendar trabajar con menos Zoom del que nos gustaría, en alta resolución, y si es necesario después, reencuadrar y ampliar en PS, Aperture o cualquier programa de edición. Puede que perdamos algo de calidad, sí, pero nos ahorraremos el disgusto de vernos estupendos, pero sólo a la mitad, por ejemplo…
Más detalles: una clave alta el color

Post-producción
Como siempre, y aún no siendo lo más recomendable para muchos, siempre nos queda Photoshop para limpiar impurezas, reencuadrar y ampliar, o eliminar aquel cuadro de la pared que se nos ha colado en la foto. Para este tipo de cuestiones, no os perdáis las próximas entradas sobre “Herramientas básicas de retoque”.
Leo
1 comentario:
Visto el resultado, tu técnica es excelente...
Publicar un comentario